CIUDADANÍA O PROSTITUCIÓN EN MI "COQUETA TIJUANA".

Por Carlos León

La semana que concluye, tuvo como objeto de discusión pública, el proyecto denominado “Tijuana Coqueta”, el proyecto como tal, no tuvo defensores propiamente, pero sí los hubo del Alcalde, entre algunos defensores, se suscitó una extraña línea argumentativa, según a la cual, carece de legitimidad cualquier crítica, bajo el supuesto de que esta conlleva un gesto de hipócrita santurronería, algo así como “el que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Creo que esta línea argumentativa, parte de la idea de que el prostíbulo es una nota accesoria y anecdótica de nuestro sistema político y económico, una anomalía; en mi opinión, el prostíbulo debe ser visto, más bien, como el meollo del modelo político mexicano y del sistema económico global, porque expresa las consecuencias de una cultura política basada en la corrupción y el abandono del interés general, de la misma forma que descubre los resultados de un modelo económico global, basado de explotación, entendida esta, como depredación de los recursos naturales, deterioro del medio ambiente y aprovechamiento de la mano de obra barata.

La corrupción y el abandono del interés general, por un lado, son la causa de que muchos mexicanos carezcan de los conocimientos y las competencias elementales para desarrollar una actividad productiva exitosa ¿Cuántas fortunas privadas se formaron y se siguen formando con los recursos públicos que pudieron destinarse a mejorar la educación y la infraestructura productiva? Por otro lado, el modelo económico global produce fortunas inconmensurables, concentradas en unas cuantas manos, a la par que excluye de toda posibilidad de desarrollo, a regiones enteras del planeta, como símblos de la exclusión podemos mencionar al desempleado, al comerciante informal, al migrante, al jornalero agrícola, así como al que se dedica a la prostitución. Si en nuestra sociedad estuviera garantizado el derecho a tener una ocupación digna, sea ésta un empleo o un negocio, y si estuviera garantizada una remuneración justa, que expresara un equilibrio entre el capital y el trabajo, probablemente tendríamos razón en considerar al prostíbulo como una rareza dentro de un modelo ejemplar, entonces, tal vez, pudiéramos afirmar que quien se dedica a la prostitución, lo hace por gusto, claro que esto, a condición de que estuviera erradicada la trata humana.

Los protagonistas de este bochornoso affaire - y sus defensores - no han hecho otra cosa que exponer la banalidad con qué piensan los asuntos públicos, políticos banales producto de un sistema político banal; no me parece ocioso andar reclamando renuncias o dimisiones, pero cualquier relevo emergerá del mismo sistema banal, Nuestros males provienen todavía, de la misma fuente de la que emanaron en el siglo de la independencia, en el porfiriato, y en era post-revolucionaria, esa fuente es la ausencia de ciudadanía y de una opinión pública instruida en los asuntos públicos; no se trata de una carencia casual, sino del producto de una estrategia pública de control político, sostenida en el tiempo, a través del libro de texto único, del control político del sindicato de maestros y del control sobre los medios de comunicación.

Hoy más que nunca sigue vigente el imperativo de formar ciudadanía, sobre todo por que la tarea está abandonada, por todos los partidos políticos que cobran por ello. Esperemos que en el futuro, la pretendida élite ilustrada de nuestra sociedad, en vez de exaltar la liberalidad sexual y despotricar contra la mojigatería, exalte la justicia y despotrique contra la corrupción y la frivolidad política.

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