ESTRUCTURA TERRITORIAL Y MOVILIZACIÓN HACIA EL 2024

Por José Carlos León R.

De manera recurrente escucharemos en esta campaña hablar de dos conceptos, estructura territorial y movilización, generalmente acompañados de la suposición de que los partidos cuentan con una estructura territorial y tienen capacidad de movilizar territorialmente a los electores.

Hablaré primero de la movilización con una explicación y un ejemplo, el primer agente movilizador es el discurso, cuando el mensaje del candidato da en el clavo, consigue que los electores salgan a votar sin ningún estímulo adicional, eso es desde mi punto de vista lo que pasó con López Obrador en 2018, mensaje y trayectoria, Morena no tenía estructura territorial, era un partido con tres años de registro, lo que movilizó fue el mensaje y no hay que olvidar que lo que movilizó fue el voto de castigo generalizado contra el PRI y el PAN. Otro agente movilizador es la estructura territorial, es un lugar común suponer que los partidos tienen identificados a sus electores y vasos comunicantes con estos, y que el día de la jornada electoral, los partidos, por medio de llamadas telefónicas, mensajes de texto y puerta por puerta, sacan a  sus electores a votar, yo sostengo que esto es un mito.

Para contrastar ambas categorías – movilización discursiva y territorial – pongo un ejemplo; si un candidato a Alcalde promete acabar con el tráfico, modernizando el transporte público, lo que incluye también la promesa de un transporte más rápido y eficiente, podría movilizar a su favor a los electores que reclaman una solución al tráfico y un mejor transporte público, el discurso moviliza por sí mismo, pero, si la solución presupone que muchos transportistas perderán su medio de vida, los transportistas se van a movilizar en contra del candidato, incluso van a movilizar a su esposa, hijos y personas más cercanas, habría una colisión entre la movilización que ofrece la promesa de una política pública y la que produce la protección de intereses gremiales, un candidato debe ponderar la pertinencia de lanzar propuestas que puedan movilizar a los electores en su contra y capitalizar la movilización en contra que produce una propuesta de su contrario, en este momento por ejemplo, la oposición tiene la oportunidad de movilizar a los trabajadores del Poder Judicial y sus familias, contra Morena.

          Los Partidos han desarrollado un perfil de movilización, el del PRI fue siempre corporativo: sindicatos, centrales campesinas, organizaciones populares y clientelismo. El PAN movilizaba con el discurso – estímulos morales e intelectuales – y sobre todo con la trayectoria de sus líderes locales, los panistas reconocían y eran reconocidos en su barrio o colonia, conocían a sus vecinos y se distinguían entre estos.

El PRI dependió siempre de su simbiosis con el gobierno y cuando empezó a perder el control de los gobiernos, desarrolló esquemas de pago del voto y desactivación del voto contrario, como la compra de credenciales de elector (quitarle la credencial a un votante del contrario aritméticamente vale lo mismo que pagar por un voto).

En el PAN sucedió que sus liderazgos generativos crearon un fabuloso capital electoral pero, fueron relevados por liderazgos menos agraciados en el discurso y de trayectorias grises; en la medida en que estos liderazgos aprendieron a controlar los padrones, pudieron “poner candidatos” pero, un candidato fabricado desde el poder, no necesariamente moviliza con su discurso y trayectoria y particularmente resulta chocante a un elector que valora la legitimidad democrática, para poder sacar adelante a este tipo de candidatos que se fueron volviendo la norma, el PAN tuvo que adoptar el modelo del PRI, la “operación electoral” se depositó en  funcionarios responsables de los programas sociales, su arte consistió en repartir algunos beneficios públicos (despensas, pies de casa, microcréditos para emprendimientos) y dinero, a los líderes de organizaciones de barrio, quienes repartían los recursos y se comprometían a que los beneficiarios votaran por el PAN.

          La tradición democrática, de debate y confrontación de ideas y trayectorias, los padrones más o menos confiables y las elecciones con garantías para el sufragio, dieron paso a convenciones amañadas, esa es la situación presente del PAN un partido de padroneros. Su militancia perdió el fuelle discursivo y su conexión territorial. Además, nunca desarrolló modelos profesionales de movilización territorial.

En 2006 a nivel nacional el PAN implementó una cartera de folletos desprendibles con campos para registrar los datos de los electores, que luego se capturaban en una hoja interminable de Excel, y de acuerdo con el mayor o menor optimismo – o pesimismo – electoral que se presentaba en una campaña, pasaban del 1 por 10 a un desesperado 1 por 25 (un militante detecta y registra 10 o 25 electores), como los números nunca les salían, terminaron pagando por cada registro de simpatizante, lo cual incentivó los registros falsos y la hoja de Excel terminó siendo un instrumento disfuncional con datos no verificados, puesto que jamás desarrollan un modelo riguroso. Una de las razones de que esta “táctica” perdurara, se debe a que, en la movilización, los partidos gastan dinero que no se reporta a la fiscalización y que no puede ser auditado, lo que da lugar al manoteo, y cuando se obtenía la victoria, la falta de trazabilidad de las acciones, permite a cualquiera colgarse la medalla de la victoria.

La situación presente del PAN es que, una camada de liderazgos grisáceos acabó de dilapidar el capital político que heredaron, y hoy sus nombres y trayectorias no sirven para sumar una milésima de intención del voto, sus trayectorias fueron parasitarias del capital político heredado, el cual, una vez reducido a su mínima expresión, solo les permite vivir de gestionar la derrota, para seguir parasitados en las prerrogativas electorales, o sea, en el financiamiento público y los cargos de representación proporcional.

Lo más destacado que lograron hacer fue ordenar la lista de Excel (inflada por registros no verificados) por nombre de calle, pero nunca pudieron verificar que los movilizadores dieran con los domicilios, durante esa ráfaga que es la duración de la jornada electoral. Es de esperarse que, si las personas y prácticas en el PAN son las mismas de antes, pongan en práctica las mismas tácticas y que al desplegar la estructura, la gente a la que acostumbraron a recibir dinero por registros inventados se acerque a ganar unos pesos extras, aprovechando que ya les tienen tomada la medida, y que los encargados de gestionar la información prefieran hablar de números inflados porque suenan más impresionantes, que establecer controles rigurosos.  Lo que esto va a ofrecer a la campaña de Xóchitl Gálvez, es una estructura entrenada en tirar recursos a la basura y generar datos tan voluminosos como inservibles.

Si se pondera cuánto movilizan las figuras actuales del PRI y del PAN, sobre todo si los candidatos que postulen son los mismos rostros que los electores repudiaron el 2018, y se pondera también el estado que guardan las dos organizaciones, un PRI sin gobiernos y sin dinero púbico para repartir y un PAN con una estructura ruinosa, se pude entender que el Presidente se burle de las fotos de Xóchitl con Alito Moreno, seguramente el cálculo de Presidente es que la imagen desmoviliza el voto blando posible para Xóchitl y fortalece el voto blando de Morena, a cambio de una estructura que resta más de lo que suma; si hay un conjunto de voto blando constituido por  electores que distinguen a Xóchitl pero no quieren de regreso a los mismos de siempre del PRI y del PAN, y la foto de Alito se replica en lo local, con caras, nombres y apellidos del PAN y del PRI repudiados en 2018, podemos darnos una idea del efecto desmovilizador para Xóchitl y movilizador para Claudia Sheinbaum de fotografías de Xóchitl con los caciques locales de los partidos en modo candidato.

La oportunidad de un impulso movilizador con el mensaje, a través del PAN, se está perdiendo en la medida en que los ímpetus democratizadores arrancaron y pararon en la elección de Xóchitl. Las organizaciones ciudadanas de calado nacional del FAM y los partidos que lo integran, con la elección de Xóchitl dieron por saldado el déficit democrático y de legitimidad y regresaron a la cultura del reparto de candidaturas para las legislativas y las locales, o sea, las mañas de siempre. Del conjunto del voto blando, los que podrían votar por Xóchitl son un sinodal más exigente que el elector promedio de Morena, este tipo de elector valoraría rostros frescos y procesos democráticos para elegirlos, pero en lugar de eso el FAM le va a ofrecer candidatos pactados entre las cúpulas burocráticas de los partidos y parece que también entre las organizaciones ciudadanas.

La sociedad civil organizada podría compensar la desmovilización que ocasionan los partidos del FAM, aquí el gran problema es la improvisación, la movilización territorial no es ciencia esotérica propia de iniciados, pero exige el dominio de algunas bases teóricas, por ejemplo, durante el proceso se escuchará hablar de la organización a nivel de sección electoral, lo cual denota un conocimiento de la geografía, pero pasa por alto que el centro de la calle divide las secciones, de manera que el vecino de enfrente en muchos casos pertenece a una sección diferente, aquí la sección se vuelve una camisa de fuerza si no se hace una adecuada organización del territorio que no quede encajonada en ideas y palabras que se repiten sin la debida reflexión, además no todas las secciones merecen un esfuerzo de movilización, el tiempo y los recursos de campaña son finitos y no alcanzan para todo, reconocer los territorios rentables es crucial para dirigir los esfuerzos organizativos a donde la movilización resulta más sencilla y barata.

Organizar el despliegue territorial está al alcance de profesionales de la logística y gestión de procesos complejos como, arquitectos, administradores, abogados, ingenieros industriales, informáticos, entre otros, y mi opinión es que, es preferible y daría mejor resultado, un grupo que aborde la complejidad de la estructura territorial y la movilización, con profesionalismo y sin las taras que replican los partidos. Si este grupo es capaz de asignar a cada voluntario una tarea concreta y trazable, con criterios de rentabilidad; si es capaz de diseñar una capacitación que habilite con un paquete mínimo de habilidades a los voluntarios y de asignarles tareas asequibles y sencillas de documentar, rebasaría y dejaría muy atrás en resultados de las anquilosadas y maleadas estructuras partidistas.

Si entre la sociedad civil organizada prevalece – como entre los partidos – la improvisación y el protagonismo, de algún modo la suerte para México estará echada. Esperar que las burocracias de los partidos políticos nacionales respondan con seriedad, generosidad y profesionalismo y con valores democráticos, me parece la esperanza más ingenua, si las organizaciones ciudadanas abdicaran de la lucha por la democratización de las candidaturas al legislativo y las locales, los partidos pueden estar tranquilos, su interés más preciado está a salvo, que las candidaturas se decidan por reparto.

El cóctel de la derrota podría estar mezclándose, falta de frescura en las candidaturas en el ámbito local, falta de legitimación democrática de estas, estructuras partidistas diseñadas para el clientelismo y la simulación, más protagonismo e improvisación de la sociedad civil, si se diera el caso.

En estas condiciones, todo quedaría en manos del desempeño de la Candidata, en la elección del mensaje y la administración de la confrontación, en la superación de los ataques y en la pertinencia de los golpes que lance y a quien se los lance, contra la ventaja de arranque de Sheinbaum, 23 gobiernos estatales, todo el aparato federal, un ejército de servidores de la nación, 70 millones de mexicanos que viven en hogares donde se cobra algún apoyo económico directo del gobierno federal y un Presidente con 60 por ciento de aprobación.

Aun así, una victoria de Xóchitl es posible, pero todo el peso recaería en ella, su cuarto de guerra y en su staff de comunicación; y los mexicanos, al día siguiente de que tomara posesión, tendríamos que regresar a la oposición, a combatir a aquellos que como Senadores o Diputados, se colocarían en la antesala de las gubernaturas y alcaldías arrastrados por el FAM, como lastre claro está.

 

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