De manera recurrente escucharemos en
esta campaña hablar de dos conceptos, estructura territorial y movilización,
generalmente acompañados de la suposición de que los partidos cuentan con una
estructura territorial y tienen capacidad de movilizar territorialmente a los
electores.
Hablaré primero de la movilización
con una explicación y un ejemplo, el primer agente movilizador es el discurso,
cuando el mensaje del candidato da en el clavo, consigue que los electores
salgan a votar sin ningún estímulo adicional, eso es desde mi punto de vista lo
que pasó con López Obrador en 2018, mensaje y trayectoria, Morena no tenía
estructura territorial, era un partido con tres años de registro, lo que
movilizó fue el mensaje y no hay que olvidar que lo que movilizó fue el voto de
castigo generalizado contra el PRI y el PAN. Otro agente movilizador es la
estructura territorial, es un lugar común suponer que los partidos tienen
identificados a sus electores y vasos comunicantes con estos, y que el día de
la jornada electoral, los partidos, por medio de llamadas telefónicas, mensajes
de texto y puerta por puerta, sacan a
sus electores a votar, yo sostengo que esto es un mito.
Para contrastar ambas categorías –
movilización discursiva y territorial – pongo un ejemplo; si un candidato a
Alcalde promete acabar con el tráfico, modernizando el transporte público, lo
que incluye también la promesa de un transporte más rápido y eficiente, podría
movilizar a su favor a los electores que reclaman una solución al tráfico y un
mejor transporte público, el discurso moviliza por sí mismo, pero, si la
solución presupone que muchos transportistas perderán su medio de vida, los
transportistas se van a movilizar en contra del candidato, incluso van a movilizar
a su esposa, hijos y personas más cercanas, habría una colisión entre la
movilización que ofrece la promesa de una política pública y la que produce la
protección de intereses gremiales, un candidato debe ponderar la pertinencia de
lanzar propuestas que puedan movilizar a los electores en su contra y capitalizar
la movilización en contra que produce una propuesta de su contrario, en este
momento por ejemplo, la oposición tiene la oportunidad de movilizar a los trabajadores
del Poder Judicial y sus familias, contra Morena.
Los
Partidos han desarrollado un perfil de movilización, el del PRI fue siempre
corporativo: sindicatos, centrales campesinas, organizaciones populares y
clientelismo. El PAN movilizaba con el discurso – estímulos morales e
intelectuales – y sobre todo con la trayectoria de sus líderes locales, los
panistas reconocían y eran reconocidos en su barrio o colonia, conocían a sus
vecinos y se distinguían entre estos.
El PRI dependió siempre de su simbiosis
con el gobierno y cuando empezó a perder el control de los gobiernos,
desarrolló esquemas de pago del voto y desactivación del voto contrario, como
la compra de credenciales de elector (quitarle la credencial a un votante del contrario
aritméticamente vale lo mismo que pagar por un voto).
En el PAN sucedió que sus liderazgos
generativos crearon un fabuloso capital electoral pero, fueron relevados por
liderazgos menos agraciados en el discurso y de trayectorias grises; en la medida
en que estos liderazgos aprendieron a controlar los padrones, pudieron “poner
candidatos” pero, un candidato fabricado desde el poder, no necesariamente moviliza
con su discurso y trayectoria y particularmente resulta chocante a un elector que
valora la legitimidad democrática, para poder sacar adelante a este tipo de
candidatos que se fueron volviendo la norma, el PAN tuvo que adoptar el modelo
del PRI, la “operación electoral” se depositó en funcionarios responsables de los programas
sociales, su arte consistió en repartir algunos beneficios públicos (despensas,
pies de casa, microcréditos para emprendimientos) y dinero, a los líderes de organizaciones
de barrio, quienes repartían los recursos y se comprometían a que los beneficiarios
votaran por el PAN.
La
tradición democrática, de debate y confrontación de ideas y trayectorias, los
padrones más o menos confiables y las elecciones con garantías para el
sufragio, dieron paso a convenciones amañadas, esa es la situación presente del
PAN un partido de padroneros. Su militancia perdió el fuelle discursivo y su conexión
territorial. Además, nunca desarrolló modelos profesionales de movilización territorial.
En 2006 a nivel nacional el PAN
implementó una cartera de folletos desprendibles con campos para registrar los
datos de los electores, que luego se capturaban en una hoja interminable de Excel,
y de acuerdo con el mayor o menor optimismo – o pesimismo – electoral que se
presentaba en una campaña, pasaban del 1 por 10 a un desesperado 1 por 25 (un
militante detecta y registra 10 o 25 electores), como los números nunca les salían,
terminaron pagando por cada registro de simpatizante, lo cual incentivó los
registros falsos y la hoja de Excel terminó siendo un instrumento disfuncional
con datos no verificados, puesto que jamás desarrollan un modelo riguroso. Una
de las razones de que esta “táctica” perdurara, se debe a que, en la
movilización, los partidos gastan dinero que no se reporta a la fiscalización y
que no puede ser auditado, lo que da lugar al manoteo, y cuando se obtenía la
victoria, la falta de trazabilidad de las acciones, permite a cualquiera
colgarse la medalla de la victoria.
La situación presente del PAN es
que, una camada de liderazgos grisáceos acabó de dilapidar el capital político
que heredaron, y hoy sus nombres y trayectorias no sirven para sumar una
milésima de intención del voto, sus trayectorias fueron parasitarias del
capital político heredado, el cual, una vez reducido a su mínima expresión, solo
les permite vivir de gestionar la derrota, para seguir parasitados en las
prerrogativas electorales, o sea, en el financiamiento público y los cargos de
representación proporcional.
Lo más destacado que lograron hacer
fue ordenar la lista de Excel (inflada por registros no verificados) por nombre
de calle, pero nunca pudieron verificar que los movilizadores dieran con los
domicilios, durante esa ráfaga que es la duración de la jornada electoral. Es
de esperarse que, si las personas y prácticas en el PAN son las mismas de
antes, pongan en práctica las mismas tácticas y que al desplegar la estructura,
la gente a la que acostumbraron a recibir dinero por registros inventados se
acerque a ganar unos pesos extras, aprovechando que ya les tienen tomada la
medida, y que los encargados de gestionar la información prefieran hablar de
números inflados porque suenan más impresionantes, que establecer controles
rigurosos. Lo que esto va a ofrecer a la
campaña de Xóchitl Gálvez, es una estructura entrenada en tirar recursos a la
basura y generar datos tan voluminosos como inservibles.
Si se pondera cuánto movilizan las figuras
actuales del PRI y del PAN, sobre todo si los candidatos que postulen son los
mismos rostros que los electores repudiaron el 2018, y se pondera también el
estado que guardan las dos organizaciones, un PRI sin gobiernos y sin dinero
púbico para repartir y un PAN con una estructura ruinosa, se pude entender que
el Presidente se burle de las fotos de Xóchitl con Alito Moreno, seguramente el
cálculo de Presidente es que la imagen desmoviliza el voto blando posible para Xóchitl
y fortalece el voto blando de Morena, a cambio de una estructura que resta más
de lo que suma; si hay un conjunto de voto blando constituido por electores que distinguen a Xóchitl pero no
quieren de regreso a los mismos de siempre del PRI y del PAN, y la foto de Alito
se replica en lo local, con caras, nombres y apellidos del PAN y del PRI repudiados
en 2018, podemos darnos una idea del efecto desmovilizador para Xóchitl y movilizador
para Claudia Sheinbaum de fotografías de Xóchitl con los caciques locales de
los partidos en modo candidato.
La oportunidad de un impulso
movilizador con el mensaje, a través del PAN, se está perdiendo en la medida en
que los ímpetus democratizadores arrancaron y pararon en la elección de Xóchitl.
Las organizaciones ciudadanas de calado nacional del FAM y los partidos que lo
integran, con la elección de Xóchitl dieron por saldado el déficit democrático
y de legitimidad y regresaron a la cultura del reparto de candidaturas para las
legislativas y las locales, o sea, las mañas de siempre. Del conjunto del voto
blando, los que podrían votar por Xóchitl son un sinodal más exigente que el
elector promedio de Morena, este tipo de elector valoraría rostros frescos y
procesos democráticos para elegirlos, pero en lugar de eso el FAM le va a
ofrecer candidatos pactados entre las cúpulas burocráticas de los partidos y
parece que también entre las organizaciones ciudadanas.
La sociedad civil organizada podría
compensar la desmovilización que ocasionan los partidos del FAM, aquí el gran
problema es la improvisación, la movilización territorial no es ciencia
esotérica propia de iniciados, pero exige el dominio de algunas bases teóricas,
por ejemplo, durante el proceso se escuchará hablar de la organización a nivel
de sección electoral, lo cual denota un conocimiento de la geografía, pero pasa
por alto que el centro de la calle divide las secciones, de manera que el vecino
de enfrente en muchos casos pertenece a una sección diferente, aquí la sección
se vuelve una camisa de fuerza si no se hace una adecuada organización del territorio
que no quede encajonada en ideas y palabras que se repiten sin la debida
reflexión, además no todas las secciones merecen un esfuerzo de movilización,
el tiempo y los recursos de campaña son finitos y no alcanzan para todo,
reconocer los territorios rentables es crucial para dirigir los esfuerzos
organizativos a donde la movilización resulta más sencilla y barata.
Organizar el despliegue territorial está
al alcance de profesionales de la logística y gestión de procesos complejos como,
arquitectos, administradores, abogados, ingenieros industriales, informáticos, entre
otros, y mi opinión es que, es preferible y daría mejor resultado, un grupo que
aborde la complejidad de la estructura territorial y la movilización, con
profesionalismo y sin las taras que replican los partidos. Si este grupo es
capaz de asignar a cada voluntario una tarea concreta y trazable, con criterios
de rentabilidad; si es capaz de diseñar una capacitación que habilite con un
paquete mínimo de habilidades a los voluntarios y de asignarles tareas
asequibles y sencillas de documentar, rebasaría y dejaría muy atrás en
resultados de las anquilosadas y maleadas estructuras partidistas.
Si entre la sociedad civil
organizada prevalece – como entre los partidos – la improvisación y el
protagonismo, de algún modo la suerte para México estará echada. Esperar que las
burocracias de los partidos políticos nacionales respondan con seriedad,
generosidad y profesionalismo y con valores democráticos, me parece la
esperanza más ingenua, si las organizaciones ciudadanas abdicaran de la lucha
por la democratización de las candidaturas al legislativo y las locales, los
partidos pueden estar tranquilos, su interés más preciado está a salvo, que las
candidaturas se decidan por reparto.
El cóctel de la derrota podría estar
mezclándose, falta de frescura en las candidaturas en el ámbito local, falta de
legitimación democrática de estas, estructuras partidistas diseñadas para el
clientelismo y la simulación, más protagonismo e improvisación de la sociedad
civil, si se diera el caso.
En estas condiciones, todo quedaría
en manos del desempeño de la Candidata, en la elección del mensaje y la
administración de la confrontación, en la superación de los ataques y en la
pertinencia de los golpes que lance y a quien se los lance, contra la ventaja
de arranque de Sheinbaum, 23 gobiernos estatales, todo el aparato federal, un
ejército de servidores de la nación, 70 millones de mexicanos que viven en
hogares donde se cobra algún apoyo económico directo del gobierno federal y un Presidente
con 60 por ciento de aprobación.
Aun así, una victoria de Xóchitl es
posible, pero todo el peso recaería en ella, su cuarto de guerra y en su staff
de comunicación; y los mexicanos, al día siguiente de que tomara posesión,
tendríamos que regresar a la oposición, a combatir a aquellos que como Senadores
o Diputados, se colocarían en la antesala de las gubernaturas y alcaldías
arrastrados por el FAM, como lastre claro está.
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