Hace más de una semana que escribí en este blog, sobre el fallido arranque de
campaña del PAN. Parece un absurdo que con tanto escándalo de corrupción y el
deplorable estado de la economía, en el último sondeo de Consulta Mitofsky,
aparezca que el PRI sigue creciendo en intención del voto, pero esto tiene
sentido, si se toma en cuenta el papel de comparsa que desempeñan los partidos
de "oposición", en el Congreso y la pérdida de coherencia discursiva
de los partidos que se ostentan como "democráticos" o "humanistas".
El tema de las reformas estructurales perdió vigencia porque da la
impresión de que ya se realizaron, sólo la izquierda puede mantener su discurso
de oposición a las reformas, pero entre todos los partidos de la izquierda,
sólo MORENA o mejor dicho, López Obrador, ha sido consistente en su retórica
contra el sistema, por eso es el partido que más crecimiento tiene, entre los
de oposición. Sigo sosteniendo que los ciudadanos no buscan "quien pueda
ganarle al PRI", sino "que partido es diferente del PRI, entre todo
el espectro de partidos", pero diferente en el aspecto moral, porque esta
elección no se define por el tema económico, educativo o de seguridad pública,
sino por el tema de la corrupción, los ciudadanos están claros en que el tema de
la elección es político, por lo tanto ético y moral, otra cosa es que ningún
partido logre estar a la altura de la opinión pública.
Este es el tiempo de
atreverse a construir la opción de una verdadera oposición, una que merezca ser
gobierno, una opción para el futuro, más allá del frenesí triunfalista, que
sólo alcanza a ver la cita electoral del 7 de junio; y después qué: lamentarse
de la falta de democracia interna de los partidos; quejarse de los cacicazgos
que tienen secuestrados a los partidos; de los candidatos cortesanos, que sólo
saben ganarse el favor del que reparte el queso. Hay en esta elección una
responsabilidad individual, que no puede trasladarse a los dirigentes de los
partidos o a sus dueños de facto. La coartada de que los partidos son buenos
pero sus hombres malos, no es justificación para seguirle dando poder a las
élites que mangonean a los partidos políticos y a sus militantes, que usan la
buena fe de los militantes para lograr propósitos personalistas, no es digno
ser tan ingenuo o tan dejado, porque esta actitudes son las que finalmente justifican
que las nuevas generaciones de políticos resulten demagógicas y aprendan a
jugar sucio, porque así son las cosas, o porque el que juega limpio, siempre pierde
y además después es un fiel colaborador, lo dicho ¡Es
tiempo de atreverse!
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