Por Carlos León
Me acuerdo de mis amigos panistas, que
valientes entraron a la Colonia Camino Verde (Tijuana) en 1989 para
corroborar los datos de un padrón fraudulento y salieron golpeados,
aquello culminó con la sepultura de más de 20 mil credenciales
falsas, me consta que sabían el riesgo de entrar al feudo
de Alejandro Herrera y Rosana Soto.
También me acuerdo de un ayuno que
hicimos los jóvenes en 1990 para exigir un padrón electoral con
fotografía, acampamos en la glorieta independencia, la de las tijeras;
imposible olvidar a Maquío marchando sobre Insurgentes, abriéndose
paso a empujones contra el Estado Mayor, encabezando las protestas
contra el fraude electoral, esto a finales de 1988; es cierto, y tal
vez los jovenzuelos del PAN ignoran que su partido, actuaba con rebeldía,
tomaba las calles, se enfrentaba a los “guardianes del orden” y
muchos respetables panistas sabían lo que era la cárcel,
experiencia que antes de infamar al detenido, lo cubría con un manto
de heroísmo,¡Jamás conocí a uno sólo que agachara la cabeza! Al
contrario, contaban la experiencia como una de las más
significativas de su vida, y todo por lograr elecciones limpias,
padrones confiables, autoridades electorales imparciales y procesos
equitativos.
Eso de exigir padrones confiables y
elecciones limpias era la quintaesencia del panismo - era -, hoy el PAN y
Anaya se permiten ir a una elección interna con un padrón
desacreditado por todos, incluido el propio Anaya, que presto para
las promesas, ha dicho que promoverá una depuración, pero
"despuesito".
Los procesos internos del PAN fueron
por mucho tiempo, jornadas cívicas ejemplares, únicas en México,
hoy parece haber el propósito de inscribir cada cita electoral
interna, en una grotesca repetición de las trampas patentadas por
el PRI, como el "inflado de padrones": ese es el testimonio que el PAN ofrece al resto de los
mexicanos; lo que me asombra es que sigan adelante, sin considerar la
importancia de la legitimidad, una apremiante necesidad para un Partido
en franco declive.
Si el propósito fuera, por ejemplo,
retomar el papel de auténtica oposición, la legitimidad sería la
primera prioridad, si de recuperar la mística democrática y los
valores perdidos se tratara, empezarían por recuperar la mejor de las prácticas
internas del panismo, la más emblemática – después del valor de
enfrentar al aparato represor del PRI -, la única práctica que
puede garantizar unidad en medio de la contienda fraternal: LA
DEMOCRACIA, basada en padrones inobjetables, autoridades y procesos
equitativos, para que pueda llamarse democracia.
La única explicación que queda es,
que sólo pretenden continuar el papel de comparsa del PRI, y
para eso no se ocupa legitimidad, ni verdadera unidad interna, solo
hace falta ocupar – al precio que sea – los cargos partidistas, que permitan estar en las negociaciones del poder y reclamar un parte de ese
botín político llamado erario público.
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